Décadas atrás había un entretenimiento trashumante que recorría los pueblos y las ciudades con una carpa llena de atracciones. El circo, con todos sus personajes, trucos y sorpresas llenaba la boca de los espectadores con ¡ohhs! largos, ojos asombrados y una sonrisa que mostrara los dientes. El mundo del
rock & roll tiene ese circo desde hace
35 años y se llama
Kiss. No importa que algunos miembros de la troupe hayan quedado en el camino, lo que importa es el contenido de la función, y el entretenimiento que brinda. El volver a sentirse niño, en volver a creer las historias que tres décadas y media atrás rodeaban a cada integrante. En ese aspecto, Kiss cumple con creces.
Pulgares arriba: Casi todo. Desde la lista, basada principalmente en el legendario Alive I y un poco en el II (
sólo tres canciones de aquél doble en vivo y algunos extras de los 80); hasta la escenografía, la gran carpa del circo que propuso un viaje directo a los
´70 pero con tecnología de este siglo. Y al comando de la función,
Gene Simmons y
Paul Stanley. Ambos se reparten el protagonismo, y cada uno encanta al público a su modo y con sus propios trucos personales, ya sea
escupiendo sangre,
volando por sobre el público o haciendo toda clase de gestos como si dialogaran con cada espectador. Saben el oficio como pocos y lo hechan a rodar en las dos horas que dura la función. Atrás,
Tommy Thayer y
Eric Singer sostienen el andamiaje musical (
muy por encima de lo que lograban los originales en los últimos tiempos) y tienen su momento para lucirse (
Tommy lanzando cohetes desde el diapasón de su guitarra; Eric elevándose junto a su batería hasta el tope del escenario).
Por esto hablarán de ti: Hits hubo a montones, más orientados a la primera etapa de la carrera de
Kiss, cuando el mundo les temía y se preguntaba quiénes eran esos seres detrás de la pintura y las plataformas.
Hotter Than Hell, el
riff infeccioso de
Parasite, o el gancho de
C´mon& Love Me, 100.000 Years, Nothing To Lose y
Black Diamond coparon la parada. Y para el grand finale de la función,
Rock & Roll All Nite con miles de papelitos volando por
River mientras las
35 mil personas coreaban aquello de rockear toda la noche y salir de joda durante el día. Luego,
I Was Made For Lovin´ You, Love Gun (
con Paul volando sobre la gente y puteando al sonidista porque no le llegaba el retorno en la plataforma),
Detroit Rock City, y un telón final de fuegos artificiales que inundaron el escenario y la parte alta del estadio.
Pulgares abajo: Poco y nada. Sólo un lunar: el saludo inicial de
Paul Stanley, excusándose por no hablar bien en español y jurando que nos lleva en su corazón. ¡Exactamente lo mismo que dijo en las veces anteriores hace diez años!
Los papelitos picados y el humo de los fuegos de artificio vuelan, caprichosos, sobre el estadio vacío. El gran circo del
Rock & Roll ya marcha hacia otra ciudad, con su cadencia de
35 años. Lleva a cuestas grandes canciones, trucos de ocasión y cuatro tipos disfrazados que van en busca de una nueva audiencia a la que caerle encima y dejarla babeante y con una sonrisa de oreja a oreja.
Texto: Santiago Gallo Bluguermann