
Pasa muy de vez en cuando. Ocurre en las ocasiones en las que las grandes bandas pisan por primera vez los escenarios Argentinos. Se palpa un clima distinto en el aire, hay un nervio que invade a todos, sea público, organización y demás presentes. Y esa energía que va circulando se concentra en los cuerpos de los que llenaron el
Club Ciudad como pocas veces. Y esa energía se acumula y estalla cuando
Radiohead aparece en el escenario para patear el avispero con
15 Step. Una ola que pega en el escenario y rebota hacia atrás. Y así será a lo largo del show. Pequeñas detonaciones que son activadas por obra y gracia de
Yorke. Un cantante de letras mayúsculas, decididamente maniático en algunos tramos, decididamente candoroso y sutil en otros. Pero al comando de la situación siempre, con una escena tan personal como su música.
Pero justo es decir que el sostén de
Yorke es también el tándem conformado por
Johnnie Greenwood y
Ed O´Brien, oficialmente guitarras, pero que rotan y mutan en sus instrumentos hasta terminar tocando las pedaleras de efectos y nada más. Son, junto al cantante, los que retuercen el sonido hasta exprimirlo. Los que le dan esa vuelta de rosca que lleva la música y los acordes un paso más allá del terreno de la melodía ramplona. Juntos, hasta suenan hirientes. Y todo condimentado con la imponente escenografía que aporta la pizca de locura necesaria. Aun con la masa sonora metiéndose en cada poro, la banda se hizo un instante para mencionar unas palabras vinculadas al
24 de Marzo.
“Queremos dedicar esta canción a los desaparecidos, los muertos, y a los presos políticos de la última dictadura”,
decia
O´Brien con un forzado pero nada errático castellano
. Y ahí nomás arrancaron con
How To Disappear Completely. Si a todo lo descripto, visualmente impactante, y sonoramente envolvente y pegajosa se le suman los hits, la noche se convierte en algo para no olvidar. Pasan Karma Police, soltada allá al principio, y luego la voracidad de National Anthem o Bodysnatchers; la paz melancólica de No Surprises; la sordidez y complejidad de Paranoid Android (curiosamente acompañada por cientos de bracitos en el aire como si de una melodía tonta se tratara) y el final a puro coro con Creep. Cada una marcó su hito, estableció su marca indeleble y revalidó su título de clásico en la noche en que Radiohead pasó por la ciudad de los atormentados corazones.
Texto: Santiago Gallo Bluguermann
_
Radiohead - Paranoid Android
(en vivo Quilmes Rock 2009)