Chau Pepsi!!!!!!!!!!!!!!!!

Con Scott Weiland en gran forma y una lista repleta de hits, Stone Temple Pilots clausuró la edición 2008 del Pepsi.

Hace poco más de un año, decía tras el show de Velvet Revolver en el Quilmes Rock, que la banda, y en especial Scott Weiland, eran el nervio vivo del rock&roll. Velvet demostró ser ave de paso para el cantante y otra reunión de Stone Temple Pilots se cristalizó. Pero aquella electricidad, cuando la dejan fluir, sigue intacta.

Y es el propio Weiland el encargado de administrar las dosis como si fuera un maquiavélico torturador. Multifacético, puede ser crooner de chaleco, corbata y tabaco entre los dedos para conmover con Big Empty (la primera de todas), Creep (cientos de pantallas digitales al viento), o la emocionante Plush, con su coro descomunal gritado por el estadio completo que obedeció la batuta de Weiland.

Pero también sabe soltar la fiera. Lobo estepario del rock&roll más visceral, Stone Temple Pilots no sólo te llega al nervio, sino que te clava un taladro encendido en él y te pone a saltar. Big Bang Baby es el primer acicate y con Crackerman ya la palanca del voltaje estaba puesta a tope.

La banda, pulida como una gema brillante, se sostiene en la base espesa de Robert DeLeo y Eric Kretz, mientras que Dean DeLeo (lookeado alla Jimmy Page), desgrana riffs demoledores como un brujo. Y allí adelante, vestido mitad cowbow, mitad gaucho, con un aire lejano a Clint Eastwood en Los Imperdonables pero con megáfono en mano, Weiland acomete su obra maestra, multitudinaria y final. Down, Sex Type Thing, Dead And Bloated y Trippin´ in a hole in a Paper Heart coronaron un poker crudo, súper rockero y con la virulencia de un taladro clavado en ese nervio que nos hace tan bien.

Así se despidio el Pepsi Music edición 2008, hasta el proximo año
esperando un nuevo festival rockero

solo me quéda decir: "Chau Pepsi Music y gracias por los 9 días de Intenso Rock, Pop y Reagge"